8 de Marzo,  Día internacional de la mujer trabajadora 

Se aproxima el 8 de marzo, fecha que hunde sus raíces en la rica historia de lucha feminista, que es de carácter internacional y contra la opresión que sufrimos por partida doble de clase y específicamente por el hecho de ser mujeres en este sistema capitalista y patriarcal. 

Es la especificidad de nuestra lucha la que lleva a que cada 8M, desde 2017, nos convoquemos a un paro sólo de mujeres, tanto en el trabajo asalariado como en el trabajo no remunerado, tan invisibilizado y poco valorado, a pesar de su importancia. Fue ese año           que en Uruguay las marchas se multiplicaron por todo el país y en Montevideo fuimos más de 300.000 en la calle. 

Cuando hablamos de una opresión específica, nos referimos al peso de los cuidados y de las tareas del hogar en nuestras espaldas, a la brecha salarial, a la precarización laboral y de nuestras vidas de una forma particular, a la hipersexualización de nuestros cuerpos, al silenciamiento y cuestionamiento de nuestras voces, a innumerables violencias machistas.

Comenzamos el 2023 con 3 feminicidios y el asesinato de un niño. Otro año más inicia con una violación en grupo de una mujer (en Punta del Este), a lo que se suma la noticia de otra violación en grupo ocurrida en diciembre y sufrida por una enfermera.

Ante los aberrantes acontecimientos, se han desplegado una vez más la denuncia y la movilización feministas. La respuesta del gobierno ha sido la criminalización y la persecución. Así sucedió tras una movilización en Paysandú por Giuliana y Mateo. Se acusó a una compañera y se inició una investigación de INAU por cánticos de niñes que participaron de una manifestación. Se tilda falsamente al feminismo de incitar al odio de género mientras somos nosotras/es, las infancias y las adolescencias las violentadas una y otra vez.

Otro ejemplo de criminalización y persecución es sobre docentes y estudiantes del Liceo 41, cuyos datos fueron comunicados por un policía, nada más ni nada menos que Astesiano, el ex jefe de seguridad de Presidencia. Esos audios, cargados de violencia, estigmatizan a la población estudiantil de los liceos de la periferia montevideana, criminalizan la organización y la lucha de estudiantes y trabajadoras/es. Se ataca en ese marco con especial énfasis a compañeras profesoras feministas, cuyas prácticas, nuestras prácticas pedagógicas, siempre están orientadas a una educación con perspectiva de género y libre de violencias machistas, a acompañar a las/os/es estudiantes y sus familias, a visibilizar las desigualdades y a hacer del mundo un lugar más justo.

No hay dudas de la especificidad propia del 8M. Por esto reivindicamos un paro solo de mujeres, ya que un paro de todos/as/es nos invisibiliza, como lo hemos afirmado año tras año y como lo ha expresado también la Intersocial Feminista en un reciente comunicado. La potencia política de este paro no está dada por ser más, sino justamente por la ausencia de las mujeres en sus puestos de trabajo tanto asalariado como no remunerado. Sabemos el impacto que esto puede generar en el caso concreto de Secundaria, donde el 72% del profesorado somos mujeres, con las afectaciones específicas que ya en otras oportunidades hemos señalado.

Esta medida lejos de dividir el movimiento sindical busca encontrar en este espacio un lugar donde nuestra lucha sea reconocida y apoyada. Entendemos que el movimiento sindical tiene como principio ético y político el deber de apoyar y visibilizar las violencias de esta sociedad. Por ello apelamos a nuestro compañeros varones a comprender y a apoyar la especificidad de nuestra luchas desde un lugar que tradicionalmente ha sido considerado como pasivo, sumiso, pero que desde una perspectiva feminista implica un corrimiento de los lugares de poder generando dinámicas de circulación de poder horizontal, dinámico, donde no predominen estáticamente cúpulas sino que el foco se encuentre en la lucha, en la especificidad de las mismas, en diversificar las estrategias políticas para combatir las múltiples y diversas opresiones. De ahí que muchas veces la lucha está en correrse de los lugares protagónicos y de privilegio y acompañar las decisiones de quienes se encuentran mayormente invisibilizadas, violentadas y precarizadas.

Sí, se repite la palabra “especificidad”. Es necesaria la voluntad política de comprenderla para que en nuestro movimiento sindical el combate al machismo no sea solo discurso sino también realidad. 

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